lunes, 9 de diciembre de 2013

" Abel Sanchez" de Miguel Unamuno

Debo reconocer que nunca había leído nada de Unamuno. Hace unos días, recorriendo las estanterías de “La Central" de Callao y haciendo acopio de libros como si fuera a refugiarme en un bunker, encontré esta breve novela. Leí la contraportada y generó inmediatamente mi interés.

Debo reconocer también qué no he podido parar de leerlo hasta acabarlo (lo cual me ha llevado  escasos dos días) y que su lectura me ha generado bastante agitación interna.

Es una revisión literaria del mito bíblico de Caín y Abel.  El escenario es una España ( sin especificar fecha ni lugar)  tremendamente “ cainita” a ojos del autor. La envidia, que dicen las malas lenguas es el deporte nacional español, es el tema central de la obra.

Joaquin Monegro, el protagonista, ha vivido siempre a la sombra de su amigo de la infancia, Abel Sanchez. Éste siempre ha suscitado la simpatía y la admiración de los demás, sin aparentar esforzarse en ello, mientras que Joaquín creyendo tener más talento y méritos que su amigo cree que Abel le arrebata toda la gloria que le pertenece y que además lo hace a conciencia. Joaquin es hombre de ciencia,  Abel es artista. Eterno conflicto.

 En todas las tragedias hay siempre una mujer. En esta también. Aunque en  esta historia la pasión más fuerte es esa envidia maltrecha y purulenta que siente el infeliz del protagonista. Un odio que emponzoña su vida,  que le impide amar, disfrutar y desarrollarse como científico. El propio Joaquín es consciente que el odio y la envidia que siente parten de una falta de amor propio. No es posible querer  a nadie, si uno no se quiere a sí mismo.

Los temas sobre los que reflexiona el autor, son los temas recurrentes en la obra de Unamuno: la lucha interior del hombre, la multiplicidad de la personalidad, el conflicto religioso, la inmortalidad del alma, la fama como perpetuación  del nombre, el arte frente a la ciencia, la mujer esposa-madre.

En la historia se humaniza a Caín, se ahonda en la causa y el origen del primer fratricidio, en la dualidad de todo ser humano.  Uno llega a sentir verdadera compasión por el Caín de Unamuno y una inmensa angustia por la violencia que exhuma su envidia y su odio. Causa cierta desazón la irreductibilidad del sentimiento, que el propio protagonista teme que pueda sobrevivirle una vez muerto. Si el amor no es eterno el odio parece serlo. Nuestras pasiones nos aprisionan y nos destruyen, ya sea el odio desmesurado, ya el afán de gloria o la obsesión por aquel o aquella que nos desprecia.  

Sin embargo, tal y como dice el autor a través de su personaje, “No es lo peor no ser querido,  lo peor es no poder querer”.  Así el autor nos da la pista de que el único antídoto es el amor. Solo el amor nos redime al fin.

Violet





2 comentarios:

Demián dijo...

De la pluma de D. Miguel nada banal puede salir. Muy acertado me parece tu comentario de la obra y de lo genérico de Unamuno. Ahora prueba con su poesía, quizás menos conocida pero no menos importante.
Saludos.

Unknown dijo...

Si tu me lo recomiendas, así lo haré...
Abrazo

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