Debo reconocer que nunca había leído nada de Unamuno. Hace
unos días, recorriendo las estanterías de “La Central" de Callao y haciendo
acopio de libros como si fuera a refugiarme en un bunker, encontré esta breve novela.
Leí la contraportada y generó inmediatamente mi interés.
Debo reconocer también qué no he podido parar de leerlo
hasta acabarlo (lo cual me ha llevado escasos
dos días) y que su lectura me ha generado bastante agitación interna.
Es una revisión literaria del mito bíblico de Caín y Abel. El escenario es una España ( sin especificar
fecha ni lugar) tremendamente “ cainita”
a ojos del autor. La envidia, que dicen las malas lenguas es el deporte
nacional español, es el tema central de la obra.
Joaquin Monegro, el protagonista, ha vivido siempre a la
sombra de su amigo de la infancia, Abel Sanchez. Éste siempre ha suscitado la simpatía
y la admiración de los demás, sin aparentar esforzarse en ello, mientras que Joaquín
creyendo tener más talento y méritos que su amigo cree que Abel le arrebata toda
la gloria que le pertenece y que además lo hace a conciencia. Joaquin es hombre de ciencia, Abel es artista. Eterno conflicto.
En todas las
tragedias hay siempre una mujer. En esta también. Aunque en esta historia la pasión más fuerte es esa
envidia maltrecha y purulenta que siente el infeliz del protagonista. Un odio
que emponzoña su vida, que le impide
amar, disfrutar y desarrollarse como científico. El propio Joaquín es
consciente que el odio y la envidia que siente parten de una falta de amor propio. No es posible querer a nadie, si
uno no se quiere a sí mismo.
Los temas sobre los que reflexiona el autor, son los temas
recurrentes en la obra de Unamuno: la lucha interior del hombre, la
multiplicidad de la personalidad, el conflicto religioso, la inmortalidad del
alma, la fama como perpetuación del
nombre, el arte frente a la ciencia, la mujer esposa-madre.
En la historia se humaniza a Caín, se ahonda en la causa y
el origen del primer fratricidio, en la dualidad de todo ser humano. Uno llega a sentir verdadera compasión por el Caín
de Unamuno y una inmensa angustia por la violencia que exhuma su envidia y su
odio. Causa cierta desazón la irreductibilidad del sentimiento, que el propio
protagonista teme que pueda sobrevivirle una vez muerto. Si el amor no es
eterno el odio parece serlo. Nuestras pasiones nos aprisionan y nos destruyen,
ya sea el odio desmesurado, ya el afán de gloria o la obsesión por aquel o
aquella que nos desprecia.
Sin embargo, tal y como dice el autor a través de su
personaje, “No es lo peor no ser querido, lo peor es no
poder querer”. Así el autor nos da la
pista de que el único antídoto es el amor. Solo el amor nos redime al fin.
Violet
Violet
2 comentarios:
De la pluma de D. Miguel nada banal puede salir. Muy acertado me parece tu comentario de la obra y de lo genérico de Unamuno. Ahora prueba con su poesía, quizás menos conocida pero no menos importante.
Saludos.
Si tu me lo recomiendas, así lo haré...
Abrazo
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