Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de febrero de 2014

" Los hijos del Monzon" de David Jimenez

Quizá este no sea un libro para aquellos que prefieren vivir de espaldas a la realidad; tampoco para aquellos a los que a pesar de tener todas las herramientas para vivir más que dignamente encuentran siempre razones y motivos para maldecir su suerte. O quizá este libro esté justamente concebido para ellos.

Los hijos del Monzon es la opera prima de David Jimenez, corresponsal del periódico El Mundo en Asia . He publicado recientemente una reseña sobre su último libro de viajes " el lugar mas feliz del mundo”; me resultó tan enriquecedora su lectura que no dudé en hacerme con este  libro, que es ya un éxito internacional y que ha sido justamente alabado y premiado por la critica. No encuentro muchas diferencias en el estilo de ambas obras. El periodista sigue dando a conocer, sin sensiblerías baratas,  los dramas y las miserias que viven las gentes de aquellos países que no importan.

Conocemos a través de sus crónicas la historia de diez niños distintos. Historias conmovedoras a pesar de su crudeza. La historia de Vothy, una niña camboyana enferma de VIH, que inunda con su alegría el centro donde los contagiados esperan la llegada de la muerte. O la de Reneboy en la "tierra prometida”, eufemismo con el que se conoce al barrio vertedero donde  miles de personas en Manila viven "entre y de" la basura. Los niños de las alcantarillas de Ulan Bator en Mongolia. Yeshe, el niño monje tibetano que anhela reunirse con el Dalai Lama esperando escapar de un Tibet que está siendo destruido por China, sometiendo a los monjes budistas a torturas, encarcelamientos y al peor de los castigos poner en peligro su compasión hacia los chinos.

Escondida entre las historias se encuentra  la entrevista que el propio periodista hizo al Dalai Lama en Dharamsala. Su impresión sobre el líder espiritual queda resumida magistralmente  en este párrafo: " La vida le ha enseñado que los enemigos son siempre demasiados como para poder vencerlos a todos y que es mejor vencer al odio que nos hace crear a esos enemigos, pues solo así se puede asegurar la victoria".

Las historias recorren un continente acostumbrado a la tragedia como parte inevitable de la existencia, donde sus gentes sacrifican la individualidad por un supuesto bienestar colectivo.  Esta capacidad de sacrificio, genuina de los asiáticos, ha sido una y otra vez aprovechada por tiranos egomaniacos y sádicos que se han enriquecido y perpetuado en el poder a costa de aniquilar literal y figurativamente a sus pueblos. 

Hay un antes y un después de conocer estas historias. Esta realidad, repleta de amarga injusticia, no parece importar en occidente. Aquí, donde subestimamos los valores democráticos conquistados por nuestros predecesores y con los que hemos tenido la suerte de nacer. Hago un ejercicio mental e imagino que distinta seria mi suerte al haber nacido mujer en el Afganistán de los talibanes.

Encuentro fascinante la idea del retorno , elemento omnipresente en la obra de David Jimenez. El periodista vuelve a todos esos países y busca años después a todos esos niños a los que ha dado voz, quizá con el ánimo de luchar contra el cinismo que se incrusta en uno al lidiar día a día con el horror, con el desastre natural y la guerra. Anhela, con una conmovedora inocencia, encontrar a su vuelta que las heroínas de sus relatos tuvieron un final feliz.

A pesar de todo el horror el autor nos infunde algo de optimismo ya que allá donde ha visto al hombre capaz de lo peor lo ha visto también capaz de lo mejor.  No somos tan distintos los unos de los otros. El mayor de los peligros al que todos nos enfrentamos sigue siendo para todos igual : el peligro de perder la compasión.










domingo, 19 de enero de 2014

"EL LUGAR MAS FELIZ DEL MUNDO" de David Jimenez

Mi primer hallazgo literario del nuevo año ha sido la obra de David Jiménez; corresponsal de El Mundo en Asia, escritor con varios títulos publicados (especial mención requiere su éxito internacional “Hijos del Monzón”) y ocasional colaborador de mi querida revista Jotdown.

Tuve la suerte de conocerle en mi reciente viaje a Camboya; se encontraba impartiendo una charla que tenía como temática principal “El viaje”. David nos habló sobre la importancia del retorno a los lugares visitados, enlazándolo con las vivencias plasmadas en su último libro, El lugar más feliz del mundo.

Esta obra, enmarcada dentro del reporterismo literario, es el resultado de sus crónicas como corresponsal cubriendo guerras, revoluciones y desastres naturales en el continente asiático durante los últimos quince años. El título alude a la forma en que la propaganda norcoreana se refiere al lugar que sufre una de las más crueles tiranías contemporáneas.

Las primeras líneas del libro contienen la clave del eterno conflicto del viajero:
Quizá hay lugares a los que no se debería volver. Los visitaste tiempo atrás, guardas un recuerdo de cómo eran, de cómo eras tú cuando estuviste en ellos, y al regresar te das cuenta que todo ha cambiado. El lugar. Tú. La nostalgia es una pésima compañera de viaje. Te distrae de lo nuevo. Te arrastra a lo conocido. Y una vez allí te susurra con malicia: “¿Te das cuenta?” Nada permanece. “

Sabina cantaba que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver. ¿O sí? El autor aboga por el retorno al lugar visitado como única forma de culminación del viaje. Volver, a pesar de que nunca volveremos a experimentar las mismas sensaciones vividas, quizás por el mero hecho de que buscamos encontrar algo que sólo encontraremos dentro de nosotros mismos… nuestros recuerdos. 

Sus suculentas crónicas recorren los más importantes sucesos acaecidos en el lejano oriente en estos últimos años. Sus viajes a la bella Birmania, secuestrada por una sanguinaria dictadura militar combatida únicamente a base de consignas pacifistas por sus gentes; entrevistas con los supervivientes de las cárceles de exterminio de Pol Pot en Camboya o a los últimos hibakusha, supervivientes de la bomba atómica de Hiroshima, eso entre otras muchas otras historias, algunas vividas como corresponsal de guerra en lugares en que el conflicto bélico se ha eternizado, como Cachemira, Sri Lanka o Afganistán.

Haciendo honor a su oficio, no resta ni un ápice de protagonismo a sus entrevistados, héroes y villanos. Él se mantiene prácticamente invisible; a pesar de ello, se vislumbra en él una inusitada sensibilidad hacia la condición humana y la consciencia de que la línea divisoria que separa el bien y el mal es, a menudo, menos nítida que las fronteras que los seres humanos nos empeñamos en levantar, convirtiendo repentinamente a vecinos en enemigos mortales.

Soy gran admiradora de las aportaciones a la literatura que han hecho grandes periodistas, sobre todo de las de Chaves Nogales, del que soy fan acérrima (ahora añado a mi lista personal a David Jiménez). Disfruto de la perspicacia, la precisión, la ausencia de florituras que proviene de forma genuina del estilo periodístico.

En la distancia corta, David Jiménez aún es, hoy por hoy, más periodista que escritor; le falta vanidad. Quizá tras haber visto lo que han visto sus ojos (muerte, desolación, guerras) haya aprendido, tal y como recomendaba Kipling, a encontrarse con el triunfo y el desastre y a tratarlo como dos impostores exactamente igual.

He disfrutado tanto con este libro, que nada más acabarlo lo he vuelto a empezar. Sólo una advertencia para los viajeros que lo leáis: empezad a ahorrar pues dan unas ganas incontrolables de descubrir el continente asiático (como viajero,no como turista).

Quizá no haya un lugar más feliz en el mundo que aquel al que aún se anhela regresar. 


 Autor: Violet


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...