Imagina haber crecido creyendo en un Dios vengativo, rencoroso, vigilante. Alguien con muy mala baba que se dedica a esperar a que cometas el más mínimo fallo para descargar toda su ira cósmica sobre ti (por supuesto, en el momento en el que más feliz seas, para que el castigo sea del todo perfecto). Ahora imagina qué tipo de libro escribirías. Y ahora lee “Lamentaciones de un prepucio” y aprende cómo se superan los traumas.
Un libro descacharrante sobre las aventuras y desventuras de la infancia y adolescencia de Shalom Auslander, un neoyorkino criado en la ortodoxia judía, y de su relación con la religión y con Dios. “Lamentaciones de un prepucio” es el testimonio de un hombre profundamente religioso (a su pesar) que encierra, en clave de humor, una reflexión sobre la religión, la ortodoxia y la propia identidad. En un ejercicio (en parte) liberador (aunque siempre aguardando el castigo divino), Auslander cuenta al gran público sus terrores más íntimos, intenta racionalizarlos y se da cuenta, con horror, de que no puede.
Antes de leer el libro, no tenía prácticamente ningún conocimiento de la cultura y la religión judía (más allá de cuatro rasgos básicos y muchos de ellos confiando en que el cine y las series sean rigurosos). No me gusta generalizar sin saber pero, leyendo este libro y viendo su buena acogida (me gustaría saber qué pasaría en España si alguien publicara un libro similar sobre su experiencia en una familia ultra católica, por ejemplo), me hace pensar que el espíritu autocrítico judío y su capacidad de reírse sí mismos está muy por encima de otras culturas.
“Lamentaciones de un prepucio” está lleno de humor negro, de ironía, de “eso sería tan típico de Dios” y de reflexiones mucho más profundas de lo que pueda parecer en un primer momento. Como creyente (católica, apostólica y romana), no me ha parecido en ningún caso una ofensa para quienes practicamos una religión, sino más bien una invitación a pensar sobre los problemas que traen consigo las posturas radicales y, sobre todo, una invitación a tomarnos menos en serio.
Autor: MaryNot
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