lunes, 1 de septiembre de 2014

Reseña: "Solaris" de Stanislaw Lem

A mí me gusta mucho la ciencia ficción. Me gustaba antes de que ser un friki fuera socialmente aceptable. Siempre me ha impresionado cómo personas muy, muy inteligentes aplican sus conocimientos en matemáticas, física, filosofía o biología para hacer hipótesis de cómo sería el mundo dentro de muchos años, o en un escenario diferente.

De la misma manera, entiendo que haya gente a la que le espante este género, porque muchas veces el autor se detiene tanto en la descripción de detalles (los sistemas de ventilación de una plataforma de exploración o cómo conseguir gravedad en algunos compartimentos de una nave interestelar) que la historia se pierde un poco o se vuelve una excusa para contarnos cómo ven ellos el futuro. Para mí es la parte donde reside su genialidad y para otros es la parte donde desconectan y se duermen. Por eso es difícil recomendar un libro de ciencia ficción sin conocer a la otra persona.  

Solaris (Stanisław Lem, 1961) no es una excepción. Ya me dejé el pellejo intentando que alguien se leyera “Una odisea espacial”, de Arthur C. Clarke, con bastante poco éxito. Sin embargo, volviendo a Solaris, si alguien se enfrenta al libro olvidándose de que la acción transcurre en otro planeta, se encuentra con una novela llena de reflexiones filosóficas acerca del ser humano y su relación con el entorno. De hecho, bajo mi punto de vista, uno de los temas más interesantes que plantea Lem es el contacto con otras especies: nuestro antropocentrismo como obstáculo a la hora de estudiar otras inteligencias y modos de vida.  

La novela describe todos los intentos científicos por estudiar un planeta, Solaris, recubierto de un océano con un comportamiento peculiar. ¿Se puede decir que es un ser vivo? Y más aún, ¿se puede hablar de inteligencia? Las teorías siempre oscilan entre quienes piensan que es una gran masa informe y quienes consideran que el planeta tiene una inteligencia muy superior a la nuestra. A su vez, a través de un equipo de científicos que están investigando el océano en el propio planeta, nos damos cuenta de que Solaris también está estudiando al ser humano. Simplemente, ambas inteligencias no llegan a cruzarse en ningún punto aparente.

En fin, si alguien ha llegado hasta aquí y todavía le parece interesante, solo puedo decir una cosa: ¡léetela! Pero luego no digas que no te avisé.


Autor:María Not


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