Este no es el tipo de novela que suelo
leer. Quizá es la edad pero me estoy
volviendo cada vez más maniática con mis lecturas, lo que me mueve a leer ha
ido cambiando con el tiempo. No leo ya con afán de entretenimiento ni de evasión.
No me gustan los best sellers y me cansan las novelas de suspense, huyo de las novelas
que como gancho utilizan el “no podrás
dejar de leerla”. Pero una buena amiga me
recomendó leer esta novela, ganadora del pulitzer este año, y algo en su
entusiasmo hablando sobre ella despertó mi interés.
Leí las críticas sobre el libro,
en la mayoría de ellas adjetivaban la obra como dickensiana , algunas incluso
auguran que se convertirá en el primer clásico del Siglo XXI; fue tal afirmación
lo que posiblemente hizo que me decidiera a leerla, me perseguía la irónica
idea de que mi actual esnobismo
literario pudiese estar nublando mi capacidad de descubrir o discernir los
libros que acabaran convirtiéndose en clásicos el día de mañana.
La trama gira en torno a un
adolescente neoyorkino que durante una visita al Metropolitan se ve sorprendido
por un ataque terrorista, perdiendo a su
madre en el acto y huyendo él indemne con una obra del pintor Carel Fabritius,
pintor holandés del Siglo XVII, discípulo de Rembrandt y maestro de Vermeer.
Distintos escenarios, como Nueva
York, Las Vegas o Amsterdam acogen al
protagonista , Theodore Decker, quien, debido a su temprana orfandad y al shock
traumatico que sufre, no consigue adaptarse a vivir la vida como el resto de los
mortales, iniciando una espiral de autodestrucción a través de drogas y alcohol.
Siendo el cuadro y una chica pelirroja que vio pocos momentos antes de la explosión
los únicos elementos que aportan algo de
luz a su nihilista existencia.
La historia está bien escrita y la autora consigue mantener en vilo al lector con los desvelos del protagonista y el destino del enigmático cuadro. Algunos de los personajes como el de Boris ( mejor amigo del protagonista, lector empedernido de Dovstoieski, alcoholico, drogadicto y delincuente y sin embargo un tipo encantador) resultan bastante atractivos desde el punto de vista literario.
No me arrepiento de haberla leído
pues es una buena novela pero me ha dejado la sensación (de la cual
huyo) de no haberme aportado más que un mero
entretenimiento temporal. Pienso que la novela está sobrevalorada
por la crítica, la cual utiliza el término dickensiano algo a la ligera ( más allá
de la condición de huérfano del protagonista, como Oliver Twist, no veo ningún
otro parecido literario con el famoso escritor victoriano) y no la veo convirtiéndose en un clásico de la literatura . Pero al “ Cesar lo que es del Cesar” y no
niego que atrapar al lector desde las primeras páginas no constituya un arte en
si mismo, los que anhelen verse sumergidos en una historia trepidante y
avocados a una lectura compulsiva no se verán defraudados por esta novela, que hará
para algunos más cortas las largas tardes de verano.
Violet
Violet
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